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SUGERENCIA DEL DÍA:
QUEEN – "A NIGHT AT THE OPERA" (1975)
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Y en su edición 30 aniversario, presentado en tan lujosísimo digipack con DVD adicional, todavía más. Pero, lujos asiáticos al margen, lo cierto es que el cuarto álbum de Freddy Mercury (voz y piano), Brian May (guitarra solista y rítmica), John Deacon (bajo) y Roger Taylor (batería) es, en sí mismo, un lujo asiático. Por todo lo que ofrece: Las composiciones, la experiencia sonora y conceptual, la majestuosidad de La Reina en sus más altas cuotas de inspiración. La verdad es que todo el material de QUEEN en la década de los setenta es sublime, pero su obra más célebre y aplaudida es ésta que hoy te sugerimos.
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Y es que, “pitidos censores” al margen, según arranca el disco, con la controvertida, genial y durísima (en todos los aspectos: Musical, lírico, temático...) ‘Death On Two Legs’ (dedicada, no exactamente con gran amor, al ex-manager de QUEEN, Norman Sheffield), uno se da cuenta de que ahí hay algo diferente, que se sale de lo habitual... incluso de la genialidad habitual. Hay ínfulas de genios, modales de verdaderos maestros del arte de hacer Ópera Rock, empuje incomparable, naturalidad por todos los surcos... de esa que sólo los más enormes son capaces de transmitir cuando están haciendo lo más difícil y complejo entre lo difícil y complejo, y lo hacen poniendo la cara del que va por la calle comiendo pipas como si nada. Increíble.
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Podríamos hartarnos de dar explicaciones gráficas que plasmaran todo esto, pero los títulos de tan incomparables himnos harán tal tarea mejor. La incomparable “informalidad” (es un decir) de ‘Lazing On A Sunday Afternoon’ da paso a un magnífico y poderoso ‘I’m In Love With My Car’, compuesto y cantado por el batería Roger Taylor (como ya hiciera en Queen II con ‘The Loser In The End’), mientras que la deliciosa y aclamada ‘You’re My Best Friend’ fue compuesta por el bajista John Deacon, y estaba dirigida a su mujer.
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Las canciones de A Night At The Opera y, de las citadas hasta ahora, particularmente ‘Death On Two Legs’ y ‘You’re My Best Friend’, fueron marcas de la casa infaltables en los conciertos del grupo durante muchos años. Lo mismo sucedía con la genial y más o menos experimental '`39' (con la voz principal de Brian May, la doble línea de bajo de John Deacon, los armónicos de Roger Taylor, los coros de Freddy Mercury y los falsetes del propio May...), que parece referirse al inicio de la Segunda Guerra Mundial y, cómo no, con la delicadísima perla extremadamente dulce e inspirada que es ‘Love Of My Life’.
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‘Sweet Lady’ situaba al grupo prácticamente en las coordenadas del Heavy Metal (la composición es de Brian May, que representaba, sin duda, el lado más Hard Rock de QUEEN), mientras que ‘Seaside Rendezvous’ tenía la genial extravagancia de Mercury y May interpretando con sus propias voces arreglos de trompeta e instrumentos de viento similares.
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‘The Prophet’s Song’ es Hard Rock muy duro y progresivo. Otro impecable tema de la factura May en el que el guitarrista reflejaba un sueño que tuvo durante el período de recuperación de una enfermedad que padeció durante la grabación del álbum Sheer Heart Attack. También de Brian May es esa grandiosa recreación jazzy de ‘Good Company’, en la que el guitarrista también hace la parte vocal, y en la que el resultado hace creer prácticamente en lo imposible. Memorable.
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Pero la joya de la corona de este enorme y sobresaliente cum laude A Night At The Opera tal vez sea una composición de Freddy Mercury de sobra conocida por todos, y particularmente reluciente y rutilante por su hermosura, su fuerza, su convicción, y su ruptura de barreras musicales: ‘Bohemian Rhapsody’. Sobran las descripciones aquí. Sobra explicar nada sobre este himno imprescindible de la historia del Rock, y seguramente de la música en general. Pocas veces se ha visto una pieza tan absolutamente perfecta, tan sublimemente elaborada y rematada, y tan estremecedora. Desde las sedosas voces iniciales hasta el sutil y acariciante arranque de Mercury solo al piano, hasta la calculadamente tímida entrada de la batería, y la incursión progresiva de los elementos restantes durante los segundos siguientes, para alcanzar el clímax de la canción con esa sección que explica más que nunca por qué el álbum se llama A Night At The Opera y no de otra forma, y que desemboca en la fiereza Hard Rock de la sección central en la que el dibujo en graves de la guitarra de May asume el protagonismo principal, antes de que Mercury retome la parte vocal con verdadera furia, para alcanzar el desenlace de forma gloriosa, retornando a lo acariciante y lento del comienzo. Indescriptible, estratosférico, de una locura y una genialidad sin límites...
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Es el balance final de un álbum al que le queda en el cierre lo que también era el cierre de los conciertos de La Reina: El peculiar instrumental con el himno nacional ‘God Save The Queen’. Un broche de oro para un disco que debería estar en todos los más altos lugares de honor de todo aquello que esté, de un modo u otro, relacionado con la industria discográfica.
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Alberto Manzano Ben
19 de Mayo de 2007
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Y es que, “pitidos censores” al margen, según arranca el disco, con la controvertida, genial y durísima (en todos los aspectos: Musical, lírico, temático...) ‘Death On Two Legs’ (dedicada, no exactamente con gran amor, al ex-manager de QUEEN, Norman Sheffield), uno se da cuenta de que ahí hay algo diferente, que se sale de lo habitual... incluso de la genialidad habitual. Hay ínfulas de genios, modales de verdaderos maestros del arte de hacer Ópera Rock, empuje incomparable, naturalidad por todos los surcos... de esa que sólo los más enormes son capaces de transmitir cuando están haciendo lo más difícil y complejo entre lo difícil y complejo, y lo hacen poniendo la cara del que va por la calle comiendo pipas como si nada. Increíble.
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Podríamos hartarnos de dar explicaciones gráficas que plasmaran todo esto, pero los títulos de tan incomparables himnos harán tal tarea mejor. La incomparable “informalidad” (es un decir) de ‘Lazing On A Sunday Afternoon’ da paso a un magnífico y poderoso ‘I’m In Love With My Car’, compuesto y cantado por el batería Roger Taylor (como ya hiciera en Queen II con ‘The Loser In The End’), mientras que la deliciosa y aclamada ‘You’re My Best Friend’ fue compuesta por el bajista John Deacon, y estaba dirigida a su mujer.
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Las canciones de A Night At The Opera y, de las citadas hasta ahora, particularmente ‘Death On Two Legs’ y ‘You’re My Best Friend’, fueron marcas de la casa infaltables en los conciertos del grupo durante muchos años. Lo mismo sucedía con la genial y más o menos experimental '`39' (con la voz principal de Brian May, la doble línea de bajo de John Deacon, los armónicos de Roger Taylor, los coros de Freddy Mercury y los falsetes del propio May...), que parece referirse al inicio de la Segunda Guerra Mundial y, cómo no, con la delicadísima perla extremadamente dulce e inspirada que es ‘Love Of My Life’.
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‘Sweet Lady’ situaba al grupo prácticamente en las coordenadas del Heavy Metal (la composición es de Brian May, que representaba, sin duda, el lado más Hard Rock de QUEEN), mientras que ‘Seaside Rendezvous’ tenía la genial extravagancia de Mercury y May interpretando con sus propias voces arreglos de trompeta e instrumentos de viento similares.
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‘The Prophet’s Song’ es Hard Rock muy duro y progresivo. Otro impecable tema de la factura May en el que el guitarrista reflejaba un sueño que tuvo durante el período de recuperación de una enfermedad que padeció durante la grabación del álbum Sheer Heart Attack. También de Brian May es esa grandiosa recreación jazzy de ‘Good Company’, en la que el guitarrista también hace la parte vocal, y en la que el resultado hace creer prácticamente en lo imposible. Memorable.
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Pero la joya de la corona de este enorme y sobresaliente cum laude A Night At The Opera tal vez sea una composición de Freddy Mercury de sobra conocida por todos, y particularmente reluciente y rutilante por su hermosura, su fuerza, su convicción, y su ruptura de barreras musicales: ‘Bohemian Rhapsody’. Sobran las descripciones aquí. Sobra explicar nada sobre este himno imprescindible de la historia del Rock, y seguramente de la música en general. Pocas veces se ha visto una pieza tan absolutamente perfecta, tan sublimemente elaborada y rematada, y tan estremecedora. Desde las sedosas voces iniciales hasta el sutil y acariciante arranque de Mercury solo al piano, hasta la calculadamente tímida entrada de la batería, y la incursión progresiva de los elementos restantes durante los segundos siguientes, para alcanzar el clímax de la canción con esa sección que explica más que nunca por qué el álbum se llama A Night At The Opera y no de otra forma, y que desemboca en la fiereza Hard Rock de la sección central en la que el dibujo en graves de la guitarra de May asume el protagonismo principal, antes de que Mercury retome la parte vocal con verdadera furia, para alcanzar el desenlace de forma gloriosa, retornando a lo acariciante y lento del comienzo. Indescriptible, estratosférico, de una locura y una genialidad sin límites...
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Es el balance final de un álbum al que le queda en el cierre lo que también era el cierre de los conciertos de La Reina: El peculiar instrumental con el himno nacional ‘God Save The Queen’. Un broche de oro para un disco que debería estar en todos los más altos lugares de honor de todo aquello que esté, de un modo u otro, relacionado con la industria discográfica.
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Alberto Manzano Ben
19 de Mayo de 2007
Fuente:www.elalmacendelrock.com
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