20 de febrero del 2012
Diego Gándara , Madrid
Con la música a esta parte
--
De todas las artes, sólo la música parece ocupar un lugar preponderante en la cultura. En auditorios, conciertos, discotecas, salones de baile; mientras se sube o se baja en un ascensor, cuando los aviones están a punto de despegar o se espera, impaciente, en los consultorios de los dentistas, la música resulta una compañía permanente, como si el silencio fuera un vacío incómodo que debe ser llenado con notas, melodías y sonidos capaces de hacer callar el incesante ruido del mundo.
En su excelente libro «El triunfo de la música», el historiador Tim Blanning analiza cuál ha sido la relación entre los compositores, los intérpretes y el público para que este arte, que según Aristóteles es uno de los seis elementos de la tragedia, llegase a ser, desde los albores del siglo XVIII hasta la actualidad, «la religión del pueblo». Trescientos años en los cuales la música pasó del mecenazgo a la euforia colectiva y cuyo punto culminante, afirma Blanning, sucedió el 3 de junio de 2002, cuando la reina Isabel II festejó sus cincuenta años de reinado con un multitudinario concierto al aire libre.
Ese día, mientras Brian May tocaba con su guitarra eléctrica «Dios salve a la reina» en la azotea del palacio de Buckingham, se dieron cita al menos cuatro de los cinco componentes que se han unido para garantizar el éxito de la música: el encumbramiento del músico, la importancia del lugar y del espacio donde la música se ejecuta, su capacidad expresiva y el apoyo brindado por una tecnología, capaz de hacer que la música llegue a todos los oídos del planeta. Quizás el primero que descubrió que un músico podía gozar de la fama y el prestigio gracias a un público de pago y no a las ayudas de un mecenas fue Händel. Cuando llegó a Londres en 1710, se lo conocía como el «criado del elector de Hanóver». Pero al morir, casi cincuenta años después, fue homenajeado por el rey, por la aristocracia y por el pueblo. Aunque nunca había dependido económicamente de ninguno de ellos, había logrado beneficiarse material y socialmente de los tres. De hecho, fue el primer músico al que se le dedicó una biografía en forma de libro. Con él quedaban atrás los tiempos en que los músicos, que junto a los mendigos y a los actores ocupaban el escalafón más bajo de la sociedad, debían recurrir a la ayuda de los mecenas para poder desarrollar su arte, a veces a costa de una relación de sometimiento de la cual era muy difícil librarse. Bach, por ejemplo, cuando en 1717 quiso abandonar su trabajo al servicio del duque de Weimar porque había recibido una oferta más atractiva, había sido encarcelado.
Todo cambió hacia 1800, con el romanticismo y un ideal estético cuyas características eran la emotividad, la instropección y la originalidad, tan bien encarnadas en la figura de Beethoven. Con él, asegura Blanning, se estableció el modelo del compositor como un genio airado, infeliz, original e intransigente. A finales del siglo XIX, Richard Wagner fagocitará ese legado gracias al desarrollo de la Prensa y a recursos publicitarios como dibujos, pinturas, aguafuertes, esculturas, siluetas y litografías. Aún así, no sólo contribuyeron al triunfo de la música el genuino talento de los compositores y de los intérpretes. También lo hicieron la aparición de la ópera y de otros lugares donde la música estuvo sujeta a distintas actividades. Todo ello, junto a la construcción de las primeras salas de conciertos y a la actuación en público, le brindó una expresión arquitéctónica e impulsó su creciente sacralización.
Del mecenazgo a la euforia colectiva
Con el alemán se estableció el modelo del compositor como un genio airado, infeliz, original e intransigente.
Bach
Fue encarcelado por tratar de abandonar su trabajo al serviciodel duque de Weimar por una oferta mejor.HändelFue el primero que descubrió que un músico podía gozar de fama y prestigio gracias a un público de pago.
El detalle
LA GRAN BENEFICIADA POR LA TECNOLOGÍALa presencia perenne del iPod y de otros dispositivos ha hecho que la música sea algo accesible, portátil y ubicuo y que el mundo moderno, para quien no tiene oído musical, resulte una cámara de tortura donde no dejan de escucharse ritmos machacones y sonidos carentes de sentido. El desarrollo tecnológico, sin embargo, no ha resultado ser una amenaza para su futuro, pues, como afirma Blanning, «el arte que probablemente más se beneficiará de la tecnología será la música». El resto, por lo demás, es silencio.
«El triunfo de la música»
Tim Blanning
Acantilado
576 páginas. 29,00 euros
Fuente: www.larazon.es
--
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
- ¡Bienvenidos! Este es un sitio de fans de Queen para fans de Queen creado por el Queen Fan Club Mexico Los invitamos a seguirnos en este sitio.Agradecemos sus comentarios al respecto siempre de forma respetuosa.Todo tipo de observaciones y aportaciones propositivas y constructivas serán bienvenidas.¡Sigamos disfrutando a QUEEN!
Queen rocks! QFCM www.queenenmexico.com
Cualquier asunto relacionado con el Queen Fan Club Mexico favor de contactar directamente a su coordinador, Francisco J. Arellano B.