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Operación rescate: Queen
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“Hay que concluir que Queen fue un grupo con mayúsculas. El grupo que 
hizo de la versatilidad, la heterodoxia y el desprejuicio su identidad. 
Uno de los grandes”
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Queen “The works” EMI, 1984
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Texto: JOSEMI VALLE.
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“The works” es el undécimo álbum de Queen. Se editó en febrero de 
1984. Es un perfecto puerto de acogida para entender la idiosincrasia 
sonora en la segunda y última etapa del grupo (la primera la habían 
compendíado en 1981 en su primer grandes éxitos). Después de aventuras 
con piezas menos guitarreras y más cercanas al baile en su trabajo 
anterior (“Hot space”, 1982), Queen retorna a sus resortes 
identitarios más rockeros, lo que no significa que cancele excursiones a
 otros géneros, bien hibridándolos, bien ofreciendo exquisita variedad, 
una constante en su frondosa obra. El álbum se grabó en Los 
Ángeles y suena mucho más contemporáneo que sus antecesores. Hay un 
salto cualitativo, sobre todo si se comparan las sonoridades de las 
baterías de ahora con las añejas de su discografía precendente. En “The 
works” hay luminoso patrimonio creativo, mucha imaginación en las 
composiciones, heterogeneidad, actitud desprejuiciada, pluralidad de 
estilos. Brian May demuestra ser un guitarrista de primer nivel y sentir
 profunda dilación por el rock potente, pero a diferencia de otros 
compañeros del gremio acepta poner su elocuente y puntillosa guitarra al
 servicio de piezas pop (‘Radio Ga Ga’, ‘I want to break free’) con las 
que equilibrar el cancionero del grupo. Los guitarras virtuosos suelen 
mostrar renuencia a este ejercicio de eclecticismo, reticencia 
exacerbada en aquellos años de dogmatismo rockero, en los que la 
veneración a la deidad del rock decretaba repudiar el resto de géneros 
musicales. No es el caso de nuestro “guitar hero”.
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El primer single del álbum fue ‘Radio Ga Ga’, que vio la luz un mes 
antes que el elepé. En el anecdotario autorreferencial de la banda se 
comenta que el título de la canción se debe al hijo de dos años de Roger
 Taylor. El batería escuchaba la radio cuando el retoño señaló el bafle y
 balbuceó Ka Ka. Jugando con esas palabras titularon la pieza como 
‘Radio Ga Ga’. Que la criatura musitara aquello no significa que la 
canción sea una diatriba a la radio. Al contrario. Es una loa a las 
ondas en un momento en que se vive la entronización de la televisión y 
el videoclip. Hay plegarias que delatan el amor a la radio: “No te 
conviertas en ruido de fondo. Te echaremos de menos cuando crezcamos 
cansados de este mundo visual”. Un apunte para la cultura de masas: la 
popular Lady Ga Ga debe su nombre artístico a esta canción.
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A pesar de que ‘Radio Ga Ga’ fue el primer single, la canción
 más celebérrima que anida el álbum es la inmortal ‘I want to break 
free’. Himno libertario en el que ese sintetizador que atraviesa los 
oídos y la guitarra de Brian May logran una hermandad hermosa, 
vitalista, energética. La divulgación del tema vino de la mano 
de un videoclip desternillante y surrealista en el que los Queen se ríen
 de sí mismos y se disfrazan de amas de casa ridiculizando la serie de 
televisión “Coronation street”. Un toque de banalidad contra la seriedad
 de trabajos anteriores. Con el tiempo este “Yo quiero ser libre” se ha 
convertido en el salmo más coreado por la militancia de Queen.
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La versatilidad sonora del disco encuentra un punto de inflexión en 
‘It’s hard life’, una balada con una cadencia pegajosa que sirve para el
 lucimiento vocal del gran Mercury. También hay testimonios de otros 
géneros como la rocabilly ‘Man on the prowl’ o la saltarina y popera 
‘Keep passing the open windows’ con la guitarra de Brian May asomándose 
de vez en cuando en un ejercicio de miscelánea marca de la casa. Las dos
 referencias de hard rock firmadas por el guitarrista poseen una 
presencia hormigonada y sirven de cortafuegos para que el álbum no se 
abrase en el pop (‘Tear it up’ y ‘Hammer to fall’), pero también firma 
junto a Roger Taylor una sinuosa pieza a la que no es fácil encontrarle 
su territorialidad sonora, ‘Machines (or Back to humans)’, que como 
contrapartida posee ritmo adhesivo, ambiente maquinal y sonido muscular.
 El disco se clausura con ‘Is this the world we created…?’, una pieza 
solo arropada con acústica y la voz poderosa de Mercury relatándonos el 
desastroso mundo de hambre y pobreza que hemos ido confeccionando. Un 
final a la antigua usanza, tema tranquilo después de la tormenta que 
corrobora la conclusión última de haber escuchado un disco sobresaliente
 y haber pasado un rato de entretenida diversidad sonora.
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Estamos en 1984 y desde esta casilla de partida Queen no va a hacer 
más que escalar. Publicará álbumes de nivel similar o ligeramente 
superior (“A kind of magic” en 1986 y “The miracle” en el 89), y llegará
 a la cumbre en el 91 con el inmarchitable “Innuendo”, su último 
auténtico disco de estudio, el testamento de un grupo que convive 
dolorosamente con la crónica de una muerte anunciada y la certeza de 
estar en su momento de creación más álgido y fértil. Poco después 
Freddie Mercury se cogerá a los 45 años las vacaciones eternas, el 24 de
 noviembre del 91, justo al día siguiente de comunicar su infección del 
virus del Sida. La sobreexposición del legado de Queen a partir de su 
fallecimiento provocó inevitable hartazgo, más aún cuando el cancionero 
se utilizaba para poner banda sonora a los plácemes de obituario, para 
la mercantilización de la obra póstuma, o para alfabetizar a la masa 
antes y durante las Olimpiadas del 92 señalándonos que ese tipo de voz 
imponente que cantaba al lado de la soprano Monserrat Caballé las 
bondades de Barcelona había sido el cantante de un grupo de rock. En los
 años posteriores al deceso de Mercury se mutiplicaron las 
recopilaciones (existen unas diez antologías oficiales), abundantes 
discos en directo presentes y pasados, experimentos con Paul Rodgers a 
la voz, remasterizaciones y mercadotecnia varia que convirtió el legado 
de Queen en un activo de fácil retorno monetario y en una discografía 
que parecía no acabar nunca. Curado ya de tanta sobresaturación, con las
 aguas volviendo a su cauce natural, hay que concluir que Queen 
fue un grupo con mayúsculas. El grupo que hizo de la versatilidad, la 
heterodoxia y el desprejuicio su identidad. Uno de los grandes.
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Fuente: www.efeeme.com
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